CANDILEJAS
El miedo a las corrientes comunistas invadía EEUU, entrando en una espiral
que parece enloquecer el ambiente de Hollywood. Chaplin no puede
resignarse a las injusticias de las que es testigo. El intento de deportación
del músico Hans Eisler y de su mujer, sólo por el hecho de ser parientes del
líder comunista alemán Gerard Eisler, provoca que Chaplin proteste e incluso
envíe un telegrama a Pablo Picasso en su residencia de París para que los
intelectuales de aquel país también protesten ante la embajada norteamericana.
La prensa Hearst carga contra él acusándole de traición:
-"La intolerable
injerencia en los asuntos americanos de un extranjero establecido en nuestro
suelo desde hace treinta y cinco años, bien conocido por su ignominia moral, sus
enormes deudas, su cobarde actitud durante las dos guerras mundiales y su
vinculación confesada con los comunistas2-.
El senador republicano Harry P. Cain
pide su deportación por el hecho de enviar la carta a Picasso y a los
escándalos de su vida privada. Un Chaplin que ya ha alcanzado los sesenta ve
como lo que antes eran aplausos ahora son abucheos, críticas y calumnias. Como
un gran artista que ya no es querido, ve a su alrededor como las grandes luces
de su particular escenario van apagándose lentamente. En un ambiente de caza de
brujas, de una campaña gubernamental para contribuir al rearme y de una histeria
frente al que es considerado el enemigo, Chaplin no puede evitar dejar volar la
mente a sus años de “Candilejas”.
“Limelight”, hace referencia a las luces
especiales que se colocan solamente para iluminar a una gran figura de la
escena. Es algo más que las “Candilejas” con las que se tradujo el título, al
hacer referencia a las luces que reflejan a la estrella. Una luz equivalente a
la fama y a la admiración. Utilizando un juego de palabras encontramos la
expresión “Limey”, con la que Chaplin fue apodado por Mack Sennett rememorando
esos años de juventud, de irrupción emergente desde ese barrio miserable de
Londres conocido como Limehouse. “Candilejas” es la mirada del maestro a lo
conseguido, a los sueños forjados en esos music-halls en los que anhelaba
convertirse en uno de los grandes. Quizás una radiografía de lo que habría sido
Chaplin de no tener la suerte de dar el salto a la meca del cine. El
protagonista de la película no es más que un pobre diablo que tuvo sus años de
gloria pero que acaba destruido por la bebida. Chaplin coge los elementos de su
juventud y del Londres de principios de siglo acometiendo una historia con la
que llenará 750 páginas. Tras varios retoques el rodaje
comienza el 19 de Noviembre de 1951. El tema del films narra como el payaso
Calvero inyecta ganas de vivir a la bailarina interpretada por Claire
Bloom La duda la tuvo al principio, buscó mucho para quien podía interpretar a la bailarina. Tras leer cartas y ver a
centenares de chicas, alguien le habla de una joven actriz que está despuntando
en Londres y que atesora cierta experiencia teatral. Su nombre es Claire
Bloom... Y acaba siendo contratada...Chaplin manda a un equipo a Londres para que
ruede exteriores. La ciudad todavía sufre los daños de la guerra y Charles tiene
que reconstruir en su Estudio los barrios de juventud. Más artista que nunca,
diseñó los vestidos, compuso la inmortal música del ballet de la película y se
metió de lleno en su proyecto más personal, con el que desde su
personaje de Calvero pretendía rendir tributo a una brillante carrera además de
una profesión como la de actor, la de cómico, la de mimo. Para ello buena parte
de su familia formó parte del reparto, su hijo Sydney, su mujer Oona que dobla a
Claire Bloom en las escenas en las que su personaje está postrada en la cama, su
hermanastro Wheeler Dryden que interpreta al médico, además de contar con su
gran rival de los años dorados: Búster Keaton, otro símbolo olvidado con una
escena en camerinos significativa, memorable e inolvidable.
Chaplin decide no estrenar en Estados Unidos ante la mala acogida de “Monsieur
Verdoux”. Las autoridades, además, apuntan que si Chaplin sale del país nunca
más podrá volver. Siendo consciente de su destino prepara su viaje, una larga
ruta que ponía punto final a una vida llena de vivencias en Estados Unidos.
Antes de embarcarse prepara el plan de exhibición de la película que comenzará
en Londres y que seguirá por las principales capitales europeas. El verano de
1952 lleva a cabo las gestiones pertinentes y las autoridades de inmigración
aseguran su retorno. La familia se embarca en el Queen Elizabeth y las
autoridades aprovechan para anunciar que se abre un expediente contra Chaplin
por sus actividades antinorteamericanas y que si vuelve será internado en Ellis
Island y tratado como cualquier inmigrante. La prensa aplaude desprenderse del
que consideran que ha minado las bases de la moral norteamericana.
Chaplin y Keaton preparados para la gran actuación, quizás la última en la que
los focos les iluminen como antaño. El trasatlántico llega a Cherburgo, Francia,
en una pequeña escala. Allí es recibido con entusiasmo y es preguntado por su
práctica expulsión de USA. Lo mismo se repite ya en Southampton donde se
encuentra tan a gusto en un entorno que le respeta que incluso realiza la danza
de los panecillos de “La quimera del oro” y habla de futuros proyectos. Londres
se rendirá a Chaplin, todas las marquesinas se encienden con su nombre, le
reciben los viejos amigos de profesión, los mendigos imitan sus andares y la
multitud se agolpa vitoreando a su héroe. Un Chaplin
emocionado ve como “Candilejas” consigue una entusiasta acogida en el Teatro
Odeón de Londres ante diez mil espectadores en una sesión benéfica en la que
todo lo recaudado es para los ciegos del país. La princesa Margaret y toda la
aristocracia inglesa aplauden lo nuevo de Chaplin lleno de humor y sentimiento,
es llevado en volandas al escenario y allí se abraza con Claire Bloom
que corre hacia él después de venir del teatro Old Vic donde ha estado
representando la Julieta de Shakespeare. Los años han pasado pero con su tierna
y sincera historia del cómico arrinconado vuelve a recibir el cariño y la
admiración más gratificante, la de los suyos.
Al otro lado del charco llegan los ecos del gran éxito de “Candilejas” en
Europa. Samuel Goldwyn, el gran productor, se posiciona a favor de Chaplin
señalando como una gran injusticia todo lo caído sobre su figura calificándolo
como el más gran artista que alguna vez ha pisado suelo americano. Las
autoridades terminan rectificando la medida que declara a Chaplin indeseable en
Estados Unidos pero Chaplin no quiere volver a un país que le ha hecho sufrir
tanto. Oona viaja a Estados Unidos y en una semana liquida todos los bienes
de Chaplin, después renuncia a la nacionalidad norteamericana y se
convierte en ciudadana británica. En otras tierras se han encendido unos focos
que parecían que no volverían a encenderse. A esa luz, la de las candilejas, se
dirigen la pareja hacia un destino mejor. Hollywood no podría sacarse la
sensación de culpa hasta veinte años después cuando “Candilejas” se estrena en
Estados Unidos. Ese año Chaplin recibiría un emotivo Oscar honorífico y al
año siguiente recibe la estatuilla a la mejor música por la película. Pero todo
esto no podía reparar el daño, además Charles Chaplin había logrado fuera de Estados
Unidos, rodeado de su familia....
!!!la auténtica felicidad !!!.
El destino hace que en la vida de Calvero, se cruce un alma perdida en forma de
bailarina. El anciano se vuelca en mimarla, en animarla para que vuelva a
cogerle apego a la vida. Lo hace con el mismo amor y dedicación que lo haría ese
amigo perdido en el recuerdo, con la salvedad de que Calvero utiliza las
palabras y a nuestro conocido, el de los pantalones raídos y los zapatos
grandes, le bastaba con una rosa y un gesto para sacar una sonrisa del alma más
castigada. El anciano, cómico de profesión y filósofo de afición, también sabe
hacerla reír, pero no basta con una carcajada para levantarla del lecho. “Piense
en el poder que encierra el universo, que está en las plantas, en el sol, en las
estrellas. Y usted que tiene dentro ese poder ¿Va a despreciarlo?”. Las palabras
de Calvero calan en el corazón de la joven, que vuelve al camino de la vida por
su propio pie. Pero mientras una sube, el otro baja. El público ya no se ríe con
los números cómicos del anciano, han perdido la frescura de antaño. Los únicos
que aguantan su espectáculo hasta el final son los que se han quedado
traspuestos en sus butacas.
- ¿Cuando dejé de hacer gracia? -se pregunta Calvero- “La gente es un
monstruo sin cabeza. Nunca se sabe hacia donde irá. Pude ser aguijoneada en
cualquier dirección”-.
La joven bailarina se empeña en ayudar a su salvador, del que cree estar
enamorada. Calvero sabe que se trata de un amor platónico, y huye para que ella
pueda continuar con su vida. Vuelve a la calle, al rol de artista ambulante, de
cómico por la voluntad. Allí encuentra la paz que buscaba: “esto de trabajar por
las calles tiene su encanto. Tal vez sea por el vagabundo que todos llevamos
dentro” ¡El vagabundo! ¡Charlot!. Nosotros recordamos a nuestro entrañable amigo
a la vez que Calvero, justo a tiempo para un último espectáculo, el final de
todo un icono del siglo XX. Charlot, acompañado de mister Keaton, deleita al
respetable con un gran espectáculo de mímica. El público viaja a su niñez, a
cuando aún poseían un alma limpia que les permitía reírse porque sí, porque les
apetecía, por amor al arte. Una risa limpia, sin prejuicios. Una risa real. Así
Charlot recibe a la muerte, entre bambalinas, como siempre había soñado, oyendo
grandes vítores y aplausos y sabiendo que, aunque sea por unos escasos minutos,
ha hecho feliz a mucha gente.
Chaplin fue expulsado de malas maneras de USA poco después de rodar Candilejas.
Dicen que lo último que vió del país de la libertad fue la estatua de la
libertad, desde la parte de atrás del barco que le llevaba de "visita" a su
Inglaterra natal, y que en ese momento le informaron de que se le denegaba el
regreso. Acosado por el McCarthismo que le acusaba de comunista, por el F.B.I y
por la prensa por sus gustos por la gente...por la gente más joven que él,
Chaplin vivía sus horas más bajas. Depresivo, melancólico, enterrado ya por
siempre Charlot el vagabundo, consciente de que se la jugaba si volvía hacer una
película con tintes sociales, Chaplin se enamora por última vez de una chica de
18 años, a la que da el papel de protagonista en la película.
Para la ocasión, contó con su fiel amigo, Buster Keaton, haciendo unas breves
apariciones, con uno de los números más tristes que recuerdo... Dicen que esta
película compagina sabiamente la lágrima y la risa, y estoy de acuerdo. La
melodía que suena constantemente, compuesta por Chaplin y por la que ganó su
único Oscars a excepción del honorífico, América se dió cuenta de su error, la
melodía es una buena muestra de ello. Chaplin se despide de todo lo que le
rodea. Es imposible no ver que es bastante autobiográfica; un hombre que hacía
reír a todo el mundo y que vive sus peores momentos, abandonado, borracho y
solo, y que trata por todos los medios de salvar a una joven y de darle ánimos y
esperanzas, aunque el ya no disponga de eso en un mundo que le ha olvidado. Pero
lo más doloroso para él es soñar con las risas del pasado y despertarse con el
silencio del presente. Ya solo actúa en actuaciones de segunda clase, y para
darse valor debe beber más de lo aconsejable. Nadie se atreve a decirle que esta
acabado, no por respeto a lo que fue, sino por lástima. Los últimos 10 minutos,
con la actuación "cómica" de Keaton, y todo lo que viene después es fantástico.
Nadie lo dice, pero se entiende; El espectáculo debe continuar.
- ¿No odiabas el teatro?-
- También odio la sangre, sin embargo corre por mis venas-.
Chaplin, cuántas horas de magia y belleza nos has brindado. Genio generalmente
comprendido, siempre será para mi aquel vagabundo que paseaba por las aceras,
tornaba esquinas, mientras era iluminado bajo la luz taciturna de una farola a
punto de apagarse. Si hablamos de Candilejas abordaremos muchos temas vitales.
Si hablamos de Candilejas como película estaremos de acuerdo en que es un cine
eterno, abismal, único e irrepetible, filmado con garra y precisión, con un
guión soberbio, fotografía impecable... y todo lo que contribuye a que una
película sea obra de culto...¿Qué más decir?. tl vez que el amor, pasión efímera
e indestructible, que cabalga siempre sin dejarnos elegir, iba a nacer un día.
Le golpeó hasta dejarla k.o. . Hora tras hora se fue fraguando a fuego, con
letras de oro y mimbre y se impuso siempre, a pesar de todo. Sueños, aquello que
quizás sea y seguro que fue, al menos por un instante. Un momento de luz y
melancolía que nos espolea y nos invita a seguir soñando. Nostalgia, aquel
sentimiento ambiguo, casando alegría y tristeza, que deja un sabor agridulce,
más dulce que agrio, puesto que sin lo agrio, lo dulce no sería tan dulce. Un
sentimiento del que no podemos parar de tomar hasta vomitarlo todo y aceptar el
presente incierto. Recuerdo que cuando vi la película, salí a pasear y pensé en
Candilejas, en el amor....Los sueños y la nostalgia embriagaron mi mente y, pese
a todo, en un instante, tan sólo por un instante, maldije la injusticia...
Hace pocos meses encendí el televisor y estaban retransmitiendo CANDILEJAS en versión original subtitulada. Aunque
había visto otras películas de Chaplin, ésta la tenia en mis recuerdos
cinematográficos vagamente.
Paradojas del destino, pienso que cuando ví la película, me llenó de ilusión por su mensaje, por
el afán de superación personal que transmitía. Es hermosa, muy hermosa. Chaplin hace gala de su gran ingenio y de
sus grandes dotes como orador transmitiendo positividad, y lo hace de forma que
resulta contagiable, sin recaer en ningún momento en la pedantería, en la
soberbia o en el engreimiento. Gran virtud la de este genio.
Los diálogos son como parábolas, cargados de fuerza, con comparaciones tomadas
de la naturaleza y la vida misma, llenos de razonamientos elocuentes y, sobre
todo, de verdad.
Un cómico fracasado, una
bailarina discapacitada, desposeída cruelmente de su más preciado tesoro: la
posibilidad de sustentarse sobre sus propias piernas. Y surge la compasión del
uno hacia el otro, recíprocamente. Un sentimiento de compasión que no emana de
la lástima, sino de un sentimiento común a ambos, el amor incondicional
desprovisto de barreras.
La experiencia y la juventud, la frustración personal y el afán de superación,
frente a frente, al desnudo.
No me extraña que, tras estrenarse, Chaplin fuese criticado
ferozmente por los sectores sociales más conservadores de su época, llegando a
considerarle como inmoral.
Pero a Chaplin poco le importaba eso. El cómico interpretaba al cómico, era su
obra más autobiográfica.
La película es una gran obra maestra, un regalo envuelto en paño de oro del que
ha sido considerado por gran parte de la crítica el artista más universal, pero
lo más importante es que procede de una persona sencilla y de buen corazón.
Cuando una historia sale de las entrañas, puede ser que acabe pareciéndose a
algo como “Candilejas”. Cuando una historia surge de las cosas que se quieren
contar o de dramas internos que nos abaten mientras caminamos a lo mejor nos
sale algo similar a lo que Charles Chaplin nos contó con “Candilejas”.
Chaplin crea una historia formada por un buen guión, lleno de enormes
decepciones y muchísimo optimismo, es una línea de luces con la que
crea su propio autorretrato. La historia está envuelta en unas actuaciones
maravillosas embriagadas por una bellísima banda sonora.
Chaplin nos da una lección de humanidad, y afán de
superación. De hacer lo que tu corazón quiera sin rendir cuentas a nadie y sin
que los obstáculos que en muchas ocasiones nos auto-imponemos nos impidan llegar
a nuestro objetivo.
El objetivo de él, siempre fue el hacer reír, aunque particularmente, a
mí me hizo llorar. Bienvenidas lágrimas que caen si la causa es Charles Chaplin.
Entró en el teatro observando las paredes agrietadas, las sillas plegables y el
olor a viejo que desprendían las cortinas de la entrada; ocupó su asiento a
regañadientes... !!cómo era posible que el periódico lo enviara allí para escribir
sobre ese espectáculo!!... extrajo del bolsillo de la chaqueta la pluma
estilográfica con la que tantas críticas había firmado; abrió el cuaderno y
escribió en la parte superior de la hoja: !!Teatro Decadencia. Hora: 20:30.
Actuación de dos viejos payasos. Por los rasgos de los clowns seguramente lo de siempre: humor desfasado, caídas previsibles, gags
impotentes!!.
Se atusó el bigote y resopló por segunda vez en la escena que daba inicio a la
representación. A su izquierda un grupo de niños acompañados de sus padres
reían, sin parar. Fijó su atención en el chico rubio que señalaba la cara
apenada de uno de los actores y por primera vez sonrió. Decidió hacer sus
primeras anotaciones en la libreta: !!Coreografía correcta, payasos bailarines
con adecuada compenetración, emoción mejorable. Una sonrisa, cero carcajadas!!.
Al acabar la función se atusó de nuevo el bigote y frunció el ceño, se había
equivocado; apuntó: “Sonrisas amargas: incontables. Carcajadas: cero”. Por la
forma acelerada de los movimientos y el fascinante poder del número supo,
finalmente, que aquella actuación era otra cosa, que la risa iba en otra
dirección, que había presenciado algo grande y diferente, indefinible; lo
primero que le vino a la mente fue magia y lo escribió: “Sin aviso apareció la
magia en el escenario. Desaparecida durante tanto tiempo, hoy, ha renacido”,
para posteriormente añadir: “Lágrimas evaporadas, melancolía pura y sin
fisuras”; y guardó la pluma tras tachar alguno de los comentarios anteriores
correspondientes al comienzo de la obra.
Mientras recogía el abrigo contempló los ojos llorosos de uno de los
intérpretes; tras la vista nublada se intuía un adiós, un punto y final a un
personaje, a una vida.
Adiós, y él también se despidió.
-!! El público, esa muchedumbre, ese monstruo sin cabeza !!.
Una inhumana sociedad estadounidense recibió con frialdad la última obra
chaplinesca. Una oda a la vida de uno de los mayores genios
del cine. Cada pincelada de la obra del cineasta tiene cabida en esta nostálgica
visión sobre el crepúsculo de un artista, que en tiempos fue venerado como el
que más, pero que en la actualidad no es más que una sombra.
Es cierto que no vemos a un personaje, vemos a Chaplin, y por momentos a
Charlot. ¿pero quién es capaz de discernir cuál es realidad y cual ficción…?
Charles Chaplin es único en crear una felicidad desde el inicio hasta el fin. Un
sentimiento universal. Hasta en una drama tan mayúsculo como este no pude dejar
de sonreír. Porque tiene ese don, el don de transmitir esa felicidad, incluso
aunque no quieras ser partícipe de ella...
!! Te invita a vivir !!
Los breves planos que Chaplin comparte con Keaton tienen una fuerza que
va más allá de las imágenes. No prescinde del todo de Charlot, el pequeño
vagabundo que le dio fama y reconocimiento. El modo de vestir de Calvero es una
variante del de Charlot.
Son escenas destacadas el salto de la pulga (tomada de un film anterior de
Chaplin), el ejercicio de la mendicidad, el último baile y otras. Producido
cuando Chaplin tenía 63 años, es su último film americano.
El gran dictador es la sátira más genial de la historia del cine. Tiempos
modernos es certera. Luces de la ciudad es una poesía
bellísima. El chico, un prodigio de ternura. Casi toda la obra de Chaplin son
maestras... Y Candilejas... Es la que mas amo, quizá porque es melancólica como
yo. Candilejas habla de la vejez, de la vida, del amor... del artista. Un
testamento de toda una vida.
Pobre Calvero. Ha sido famoso, pero está en decadencia, en las
últimas. No tiene ocupación en esta vida. Y sin embargo, enamorado de Terry,
encuentra una razón para dejar de ser un fracasado. Sabe que no es para él, pero
no le importa. La protege y alienta hasta que Terry alcanza el éxito, mientras
que a él no le queda otra que unirse a unos músicos callejeros y tocar con ellos
a la puerta de los bares. Una despedida subconsciente del cine americano. Y vaya
canto de vida, basta con oír el primer discurso de Calvero.
Charles Chaplin, rey de la comedia y del gag, se despide de la razón de su vida
con una amargura y un melódramatismo que pocas veces han llegado a ser tan
bellos. Tristeza, melancolía o risas y alegría. Nostalgia a los artistas que
alegran la vida y la llenan de color. Chaplin habla más que nunca y nos deleita
con la maravillosa partitura del propio Chaplin.
El film es una autobiografía de la vida anterior de Chaplin y del
personaje que tanto aportó al cine y que nunca se le valoró, con tristeza y
alegría se narra esta inolvidable película la cual me ha hecho soltar lágrimas
de alegría y tristeza, lágrimas de reflexión hacia la visión tan melodramática
de un Chaplin que mira a su pasado con dolor y en el cual se encierra un hombre
que ha creado la película más humana de la historia del cine. Chaplin ha sabido
ser un predicador del bien, un hombre que ama la vida y el arte y supo crear un
personaje que trasmitiera todos estos sentimientos. La película está llena de
momentos inolvidables, a veces por su dureza a veces por su ternura. Uno de los
momentos más tristes es cuando él sueña con su época pasada y observa que no hay
público ni aplausos, esa cara de dolor es muy profunda. Otro momento increíble
es cuando vuelve a los escenarios después de mucho tiempo y la gente ni le
escucha y acaban saliendo, ese momento es durísimo, momento en el que vuelve al
camerino, se quita su maquillaje y se refleja en su rostro una cara de dolor,
son momentos que no puedes explicar con palabras, su rostro no solamente
trasmite dolor en la escena, sino un dolor muy personal.
Los momentos más bellos de la película son los diálogos del comienzo de un
intento por ayudar a la joven bailarina, ahí está su sabiduría. También un
momento triste es la muerte de él en su último espectáculo al mismo que tiempo
que ella baila en el escenario, un momento lleno de drama pero de una calidad
cinematográfica muy bella....
!!Arte puro!!..
!!! QUE GRANDE HICISTE EL CINE CHARLOT.......QUE GRANDE !!